Nuevo disco de CARLOS CROS «Nadie se resiste al amor»
Este álbum contiene doce de ellas. Algunas juegan al power pop alborotado y gritón y emocionante, como la mencionada “La cuenta atrás”. Otras recuerdan a los Stones en la Stax, como las fantásticas “Nadie se resiste al amor”, “Mi dolor de cabeza favorito” o “Esta vez no pierdo el tren”, todo r’n’r setentiano y Tequila y toques Kinks tardíos y algo de “Jumpin’ Jack Flash” por una esquina y mucho tumbao de amanecida y coros descocados y vientos desbocados, y letras sobre perder la cabeza en antros del Raval y solucionarlo con Gelocatil a la mañana siguiente. También hay baladas melancólicas que en un mundo justo estarían haciendo suspirar a todas las chicas del Mar de la Plata, como “Cosas que nunca se olvidan” o “¡Qué estupidez!”. Y finalmente, completando el mapamundi armónico, está otra vieja filia de Cros: los tanguillos de acordeón y vodevil, todos los arrabalismos a lo Edith Piaf que Cros celebra en “La última vez que vi París” o “No más lágrimas”.
Es un disco cambiante, rico e impúdico, nada lineal, con muchas cosas y detalles, presente en cada surco la alegría contagiosa y romántica del autor. Es un disco que me gusta cosa mala, y escuchándolo me he imaginado siendo Carlos Cros, llevando su tabardo y extraño pelambre, haciéndoles ojillos a todas esas lindas mozas patagónicas o boquenses o matanceras. Nadie se resiste al amor es el as en la manga de Cros, está claro. Es un disco que funcionará mejor que mil piropos. Es su definitiva misiva de amor a la vida y las chicas y los bares. Yo a Carlos Cros le tengo flaca, y ahora ya saben por qué. Solo les queda ponerse a bailar con él.»