Crónica del concierto de Crystal Fighters en el velódromo de Donostia
UNA GIRA POR ANDREA
Los asistentes dieron la talla durante las casi dos horas de concierto e hicieron los deberes con el nuevo disco, Everything is my family. Conjuntados de blanco y rodeados de hiedra, resaltando esa imagen de naturaleza que defienden, saltaron al escenario Sebastian Pringle (voz y guitarra), Gilbert Vierich (sintetizadores, guitarra, txalaparta y percusión), Graham Dickson (guitarra y txalaparta), las cantantes Ellie Fletcher y Louise LaBelle, acompañados del nuevo batería, Daniel Bingham.
El recinto abarrotado bailó con “Follow”, cuya melodía preparó el terreno para la fiesta que se vivió a continuación. Le siguió “Yellow Sun”, una de las canciones más entrañables del último adelanto que muchos conocían tan bien como los anteriores. En “L.A. Calling” Dickson, descamisado, comenzó a pasear por el escenario con facilidad gracias a su guitarra inalámbrica, para dar paso a “In Your Arms”, la canción que defendió Fletcher, de aire comercial, que transformó el recinto en una discoteca.
En cambio, en “All night” se descubría la esencia genuina de Crystal Fighters, acompañada de bailes y de un solo de percusión por parte de Pringle y Dickson. Más que por la maestría de los instrumentos, el alma de la actuación se trabajó en la primera línea del escenario, con la energía de los vocalistas que pusieron a todo el mundo a bailar.
“Love is all I got”, “All night”, “I love London”, “I do this everyday” y “Ways I can’t tell” mantuvieron el listón, y fueron una combinación efectiva entre lo nuevo y lo antiguo.
Y llegó el momento más emotivo del concierto, en el que el verdadero protagonista fue Andrea Marongiu, presente en varias de las canciones del nuevo disco. Crystal Fighters ya había tocado en otras giras para superar el fallecimiento de su batería en septiembre de 2014, pero en esta gira tocan para recordarlo. Dickson quiso rendir un homenaje a la familia, los amigos, pero sobre todo a su compañero, un ritual en el que participó todo el Velódromo. Ofició una ceremonia que arrancó con un discurso, en el que enfatizó que “la realidad es lo que vivimos ahora”, seguidamente propuso que el público abrazara a sus ‘hermanos’, a lo que la gente respondió tomando a sus amigos entre los brazos durante unos minutos. Después, con las manos agarradas en el aire, los asistentes realizaron lo contrario a un minuto de silencio, y gritaron todo lo posible guiados por Dickson. El ritual no podía acabar sin presentar al nuevo batería del grupo, Daniel Bingham. Entonces, el grupo brilló como un baño de sol con la canción de Andrea, “Lay Low”.
La vivacidad de los músicos, y la del público, no cesó hasta el final. Palmas y saltos acompañaron “Good girls”, “Bridge of Bones”, “Love natural”, “At home” y “You and I”. El bis trajo consigo la locura entre las filas. Balones gigantes acompañaron “Plage” y “Xtatic truth”, que cerró un espectáculo inmejorable. Crónica por Alicia Zulueta para El Mundo de Tulsa