Vera Wenzel publican su segundo disco «La Cosecha»
Las canciones tienen terrazas, patios interiores, salones, dormitorios, sótanos e, incluso, desvanes. Es una certeza aceptada por músicos y oyentes, por compositores y melómanos. El autor lanza su canción y, al otro lado, nosotros accedemos o nos quedamos quietos. Dudamos o avanzamos decididos.
Siguiendo este reglamento tan elástico y subjetivo, Eugenio Civera, líder y vocalista de los barceloneses Vera Wenzel, afirma que la preciosa “La cosecha” es el tema más positivo que ha hecho nunca. Piedra angular de su segundo asalto largo, tras aquel prometedor Verbena (La Produktiva, 2011), la canción es un reflejo de las saludables intenciones de Civera en esta grabación: abrir las ventanas, empujar los muebles hacia un rincón y dejar que sus composiciones sumen más claridad y conquisten nuevos espacios .
Así que los Vera Wenzel actuales siguen practicando un pop-rock elegante, de exquisitos y convincentes detalles, atravesado por la expresiva voz de Eugenio Civera, pero en el disco La cosecha, además, recorren las habitaciones con un brío renovado y miras más amplias. Ahí está el primer single “Domingo”, una pieza que, bajo una aparente temática amorosa, esconde inquietudes existencialistas y se desliza con movimientos ágiles desde el inicio del disco. Seguimos y, revolviendo por los cajones del cancionero, encontramos un guiño a esa profética luna rosa a la que el gran Nick Drake cantó hace algunas décadas (“Luna rosa”), sentidos medios tiempos (la bonita “Deberes”), muestras de pop clásico de buena pegada melódica (“Su voz”, “Postales”), o, incluso, una delicada y evocadora canción acústica que abre el espectro sonoro del grupo, prometiendo nuevos destinos en futuras entregas (Fuegos artificiales). Y todo ello con la ayuda, claro, de unos compañeros de relieve: Ferran Resines y su rica concepción del pop –aquí en tareas de coproducción- y un bregadísimo Cristian Pallejà tras las mezclas. Ambos, capitostes del pujante estudio de grabación Caballo grande.
“He cambiado, ya nunca seré como era hasta ayer”. Un verso-relámpago y la canción trepa por el sótano, se escabulle por los dormitorios, traspasa de una zancada el salón y llega a la terraza principal. Los desvanes están lejos. El disparo ha sido directo. Bienvenidos a La cosecha
Luna Rosa
La cosecha
Deberes
Cuando disparabas
Su voz
Postales
Fuegos artificiales
Hoy
Cerca
Enciende las luces